miércoles, 4 de julio de 2018

Del Silencio a la Revelación

Cuando la Libertad se convierte en Responsabilidad...
Cuando desde la Libertad nos dirigimos a la Liberación...

Enfrentamos nuevos tiempos, tiempos en que Urano, símbolo de libertad y liberación empieza a actuar en la constelación de Tauro. Que Urano, foco de luz portador de las energías del Séptimo Rayo, enfocando su atención hacia la materia y como portador del Propósito divino, traiga la Luz al Ojo de Tauro e ilumine la forma.

Hablamos de Urano como símbolo de libertad, aunque nunca seremos libres si no hemos superado todos aquellos apegos que nos atan al mundo material y que, por lo tanto, nos mantienen presos en el mundo de la forma. Cualquier condicionamiento es una prisión que impone su ley y no permite al Alma expresar aquello que Es, en su más pura esencia.

Solo desde el Silencio de la forma en su triple manifestación (física, astral y mental) puede surgir la Libertad para el Alma que desde el principio de los tiempos emprende el Camino hacia su manifestación; hacia la Autoconciencia que le descubre quién es y su procedencia monádica de la cual ella es la embajadora.
El Silencio, entendido como desapego hacia todo aquello que es material, nos abre las puertas de la Libertad y, con ella, de la Revelación del Plan. Desde este silencio personal surge un Silencio mucho más profundo y omniabarcante; surge un Silencio revelador fruto del contacto establecido con entidades de evolución superior. Y así es como, gracias al Silencio transitamos de la libertad personal a la Liberación y Responsabilidad espiritual. Esta Responsabilidad es grupal porque surge del Alma Grupo de todo Discípulo en el Sendero de la Iniciación. Surge del Alma Grupo comprometida en la consecución del Plan.

De la Responsabilidad grupal surge aquel Silencio interno, profundo y potente que, como nota invocadora emitida por el Alma grupo, llama a la puerta del Reino Superior para poder "bajar el Cielo a la Tierra" y construir desde el Ojo de Tauro y con la energía del Séptimo Rayo, aquellas formas adecuadas para la manifestación del Propósito divino: se ha producido la Revelación.

De la libertad personal, decíamos, a la Liberación de la forma (materia) y su intrínseca Responsabilidad grupal. Ésta, la Responsabilidad Grupal, surge del compromiso que como Alma toma el Grupo interno en trabajar para el Maestro en la construcción de un nuevo mundo. Trabajamos, conscientemente, en esta construcción, en el "despertar de las Consciencias", tarea que se erige como clave fundamental para todo Servidor.

viernes, 25 de mayo de 2018

Meditación como revelación

Tal y como comentamos  en el último artículo, "meditar es construir"; crear un nuevo mundo. 

En todo proceso creativo hay dos entes implicados: una mente activa actuando como polo positivo (es aquí donde situamos al ser humano) y un polo negativo identificado con el Reino dévico, ambos necesarios para que aparezca la luz o revelación y su consecuente exteriorización en el mundo de la materia. 

Hablamos de meditación como de aquel estado de conciencia producido por una firme atención en la luz; como aquel estado de integración grupal (de contacto de Alma con Alma, y con el Maestro) mediante el cual emitimos la invocación o palabra de paso que nos abrirá la puerta a la luz de la revelación. 

La revelación es Luz, es captar una pequeña parte del Propósito que tendremos la responsabilidad de traducir e interpretar como Plan divino que debe exteriorizarse, es decir, hacerse realidad en el mundo triple de la materia. 

En todo este proceso es necesaria una profunda atención, una firme voluntad para mantener la mente enfocada en la luz y una indisoluble y amorosa cohesión grupal para llevar como unidad grupal el Propósito divino, convertido en Plan, al mundo externo. 

Meditar es crear un nuevo mundo, pero esta creación debe ser un acto consciente, realizado desde el Alma y, por lo tanto, acción grupal. Esta creación, pues, debe ser un trabajo colaborativo entre seres humanos y entidades dévicas; seamos conscientes de ello. 

Toda meditación implica revelación. Toda revelación es afluencia de luz (o entidad dévica) precipitada hacia la materia para realizar, como arquitecto divino, el Propósito divino en la materia. 

Así pues, meditación, atención firme en la luz, revelación y construcción conscientes, se nos muestran como el camino grupal a realizar en la construcción de un nuevo mundo y como responsabilidad fruto del compromiso consciente y renovado de todo Discípulo en el mundo de los hombres. 

martes, 27 de marzo de 2018

Consciente Creación


La Conciencia en la Construcción

Dice el Maestro Tibetano en el capítulo XV de Iniciación Humana y Solar:

Revelación de la Palabra
 Palabras Solares 
 

La base de todos los fenómenos manifestados es el sonido enunciado, o la palabra pronunciada con poder, es decir, con el pleno propósito de la voluntad tras de ella. Aquí radica, como se sabe, el valor de la meditación, que produce eventualmente ese propósito interno y recogimiento dinámico, o sea interna ideación, que debe preceder infaliblemente a la pronunciación de cualquier sonido creador.”

Tal y como hablamos en el último artículo, los Devas son los constructores de la Creación. Pero cabe aquí, en relación con la cita anterior, hacer también un énfasis especial en aquella frase que nos afirma que “el hombre piensa y el Deva construye”. El Sonido, en forma de palabra o de pensamiento produce su efecto en los éteres. Aquellos Devas de evolución similar a la vibración del sonido emitido responderán llevando a cabo una u otra construcción, en función del propósito que haya detrás de la emisión de la Palabra.
Todo cuanto existe en la manifestación externa tiene su origen en un Sonido Creador que, precedido del Silencio por una parte y procediendo de una entidad mental y con propósito definido por la otra, mueve a los Devas a materializar dicho propósito. De ahí la importancia y valor de la meditación, tal y como nos dice el Maestro en la palabras anteriores. Meditar es construir, “crear un nuevo mundo”, hasta donde seamos capaces de dirigir la voluntad y el firme propósito. Tengamos en cuenta en estos días que se acercan de lunas llenas de gran importancia.

Sin embargo..., ¿Somos conscientes de nuestra responsabilidad creadora? Todo acto, palabra, pensamiento..., es creador! Pero no toda construcción es consciente, ni por parte de nosotros, como seres humanos, ni por parte de ciertas entidades elementales de evolución inferior.

Si seguimos leyendo unas líneas más abajo, encontramos las siguientes palabras que nos pueden resultar muy clarificadoras:

a. Los devas del sendero evolutivo, los grandes constructores del sistema solar y los que están subordinados a ellos, que han pasado la etapa humana, responden al sonido de la Palabra, y con comprensión colaboran conscientemente con quien la exhaló, y así llevan a cabo el trabajo.
b. Los devas del arco involutivo, los constructores menores, que no han pasado por la etapa humana, también responden al sonido, pero inconscientemente o por la fuerza; por el poder de las vibraciones iniciadas construyen con su propia sustancia las formas requeridas.”

Toda creación puede ser consciente o inconsciente, según el nivel de consciencia de quien emita el sonido creador y, como consecuencia, de las entidades dévicas o elementales que se sientan atraídas por su mántram.

Se desprende de todo lo dicho anteriormente que está en nuestras manos tomar las riendas de nuestra construcción, como arquitectos conscientes y responsables en la construcción grupal de nuestro entorno, de nuestra sociedad y de un nuevo mundo. Debemos “despertar” y ayudar a despertar a aquellas otras consciencias que aún no han abierto los ojos. Solo entonces el trabajo con los devas, este Reino tan olvidado, será colaborativo y descubriremos, quizás, el trabajo común que nos prepara el Maestro.

martes, 6 de marzo de 2018

Los pequeños escultores de la creación

LOS ELEMENTALES CONSTRUCTORES

Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha creído en la existencia de unas fuerzas ocultas de la Naturaleza, a las cuales ha llamado "Gnomos, Ondinas o Hadas". 

Su existencia es conocida desde los tiempos más lejanos, pero nunca hasta ahora su conocimiento ha llegado a ser realmente científico. Se trata de los Elementales Constructores de la Naturaleza. 
Veamos pues: ¿Quiénes son estas entidades dévicas? Son simplemente energía y constituyen cada uno de los elementos básicos de la Naturaleza con los que todo es creado. Ellos son quienes llevan a la manifestación física cualquier idea surgida en la mente de un Creador. Construyen todas y cada una de las formas existentes en la Naturaleza. De hecho, nada existiría si no fuera por su intervención. Son, los pequeños Escultores de la Creación.

Según el elemento al que pertenezcan les damos el nombre de Gnomos o Espíritus de la Tierra; Ondinas o Espíritus del agua; Salamandras o Espíritus del fuego, y Silfos o Sílfides o Espíritus del aire. Cada uno de ellos tiene su particular función en el desarrollo de la Naturaleza.
Los Gnomos son aquellos Elementales encargados del crecimiento de las plantas y del lento desarrollo de las piedras, dentro de las cuales viven muy a menudo (no debemos olvidar que ellos son energía etérica y que, por lo tanto, son difíciles de observar si no se es clarividente). Los Gnomos trabajan muy estrechamente con el Reino Mineral, ya que ellos mismos constituyen parte de este Reino. Se nos dice que son unos grandes imitadores del hombre; de ahí que los veamos representados en los cuentos de los niños como seres humanos diminutos. 

Cada grupo de Elementales tiene su tarea asignada, no obstante, debemos aclarar que siempre trabajan en colaboración unos con los otros; tanto con los que forman su propio elemento como con los del otro. Y es que la obra de la Creación es un trabajo conjunto que implica a múltiples entidades (que trabajando de forma más o menos consciente) pertenecen a distinta evolución como podremos ir investigando en otros artículos si así va surgiendo la inspiración.

Los Silfos o Sílfides del aire forman este elemento y cambian constantemente de forma en el Éter que ellos mismos constituyen. Colaboran con el Reino Vegetal coloreando las flores y sazonando los frutos. Son los Devas constructores de mayor elevación entre los elementales, de los que se nos dice que son confundidos con el azul del cielo, por ser este su color predominante.
Existe una estrecha relación entre los Silfos y un grupo particular de Ondinas, a las que llamamos Hadas. Las Ondinas habitan en las profundidades de los océanos, en los lagos, o en los ríos en donde el agua corre en abundancia. Las Hadas, a las que nos referíamos hace un momento, son las encargadas de confeccionar las flores que los Silfos pintarán con un agradable color. Son también, aquella especie evolucionada de Ondinas que da perfume a las flores y sabor a los frutos.

Finalmente, llegamos  a las Salamandras del fuego. Forman parte de este elemento y siempre se las puede observar alrededor de un Agni o Señor de las Salamandras, quien dirige a todo el grupo. Porque es necesario saber que cada grupo de Elementales tiene un Deva de evolución superior que dirige su trabajo en todo momento. Los Elementales constructores son fuerzas ciegas que necesitan y deben ser dirigidas en su trabajo de construcción.

Toda Creación es obra, no únicamente de los Devas dirigentes y sus fieles Elementales constructores, sino también del propio Ser Humano (exceptuando la propia Naturaleza). Una conocida máxima esotérica nos dice que "El Hombre piensa y el Deva construye"; de ahí la importancia de cada uno de nuestros estados de consciencia, ya que nada queda sin respuesta en los mundos internos. Cualquier estado de consciencia emite una vibración (un mántram) al que responden los devas de su misma evolución e, inmediatamente, dan forma  a aquel pensamiento, acto o deseo. La civilización y la cultura de un pueblo es una obra humano-dévica, pero aún no somos conscientes de hasta qué punto somos responsables de todo lo creado. Cada pensamiento, cada deseo, cada palabra, obtiene una respuesta dévica. Hombres y devas son los creadores de todo lo existente en la vida del ser humano. Pero es el hombre quien, como fuerza pensante, emite el mántram invocador al que responderán los devas con su consecuente construcción.

Así pues, dependerá de todos y cada uno de nosotros el mundo que se esté creando. Hablamos de Fraternidad y de un Nuevo Orden Mundial, pero si no lo vivimos en nuestro Ser Interno y por lo tanto lo manifestamos en cada una de nuestras acciones, pensamientos y deseos, difícilmente llegará el día en que podamos restablecer la armonía en nuestro mundo. La tarea no es fácil, requiere disciplina y nos conduce directamente al correcto pensamiento, al olvido de nosotros mismos, como antesalas necesarias para un eficaz y verdadero Servicio. Únicamente si amamos más las necesidades de nuestros hermanos que las nuestras podremos ayudar en la construcción de un Nuevo Mundo. Porque de nada nos serviría hablar de los Devas y sus Elementales constructores si no fuera para comprender el papel que ejercemos en esta construcción y cuál es nuestra responsabilidad. Nunca habrá un mundo en paz si en nosotros no hay paz; y nunca la habrá si no dejamos de pensar en lo que queremos para nosotros y empezamos a pensar en... ¿Qué puedo hacer para los demás? Si éste es nuestro sentir más profundo, estaremos ayudando en la construcción de una nueva sociedad que dará lugar a un mundo de fraternidad y de Servicio. Que así sea.