martes, 6 de marzo de 2018

Los pequeños escultores de la creación

LOS ELEMENTALES CONSTRUCTORES

Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha creído en la existencia de unas fuerzas ocultas de la Naturaleza, a las cuales ha llamado "Gnomos, Ondinas o Hadas". 

Su existencia es conocida desde los tiempos más lejanos, pero nunca hasta ahora su conocimiento ha llegado a ser realmente científico. Se trata de los Elementales Constructores de la Naturaleza. 
Veamos pues: ¿Quiénes son estas entidades dévicas? Son simplemente energía y constituyen cada uno de los elementos básicos de la Naturaleza con los que todo es creado. Ellos son quienes llevan a la manifestación física cualquier idea surgida en la mente de un Creador. Construyen todas y cada una de las formas existentes en la Naturaleza. De hecho, nada existiría si no fuera por su intervención. Son, los pequeños Escultores de la Creación.

Según el elemento al que pertenezcan les damos el nombre de Gnomos o Espíritus de la Tierra; Ondinas o Espíritus del agua; Salamandras o Espíritus del fuego, y Silfos o Sílfides o Espíritus del aire. Cada uno de ellos tiene su particular función en el desarrollo de la Naturaleza.
Los Gnomos son aquellos Elementales encargados del crecimiento de las plantas y del lento desarrollo de las piedras, dentro de las cuales viven muy a menudo (no debemos olvidar que ellos son energía etérica y que, por lo tanto, son difíciles de observar si no se es clarividente). Los Gnomos trabajan muy estrechamente con el Reino Mineral, ya que ellos mismos constituyen parte de este Reino. Se nos dice que son unos grandes imitadores del hombre; de ahí que los veamos representados en los cuentos de los niños como seres humanos diminutos. 

Cada grupo de Elementales tiene su tarea asignada, no obstante, debemos aclarar que siempre trabajan en colaboración unos con los otros; tanto con los que forman su propio elemento como con los del otro. Y es que la obra de la Creación es un trabajo conjunto que implica a múltiples entidades (que trabajando de forma más o menos consciente) pertenecen a distinta evolución como podremos ir investigando en otros artículos si así va surgiendo la inspiración.

Los Silfos o Sílfides del aire forman este elemento y cambian constantemente de forma en el Éter que ellos mismos constituyen. Colaboran con el Reino Vegetal coloreando las flores y sazonando los frutos. Son los Devas constructores de mayor elevación entre los elementales, de los que se nos dice que son confundidos con el azul del cielo, por ser este su color predominante.
Existe una estrecha relación entre los Silfos y un grupo particular de Ondinas, a las que llamamos Hadas. Las Ondinas habitan en las profundidades de los océanos, en los lagos, o en los ríos en donde el agua corre en abundancia. Las Hadas, a las que nos referíamos hace un momento, son las encargadas de confeccionar las flores que los Silfos pintarán con un agradable color. Son también, aquella especie evolucionada de Ondinas que da perfume a las flores y sabor a los frutos.

Finalmente, llegamos  a las Salamandras del fuego. Forman parte de este elemento y siempre se las puede observar alrededor de un Agni o Señor de las Salamandras, quien dirige a todo el grupo. Porque es necesario saber que cada grupo de Elementales tiene un Deva de evolución superior que dirige su trabajo en todo momento. Los Elementales constructores son fuerzas ciegas que necesitan y deben ser dirigidas en su trabajo de construcción.

Toda Creación es obra, no únicamente de los Devas dirigentes y sus fieles Elementales constructores, sino también del propio Ser Humano (exceptuando la propia Naturaleza). Una conocida máxima esotérica nos dice que "El Hombre piensa y el Deva construye"; de ahí la importancia de cada uno de nuestros estados de consciencia, ya que nada queda sin respuesta en los mundos internos. Cualquier estado de consciencia emite una vibración (un mántram) al que responden los devas de su misma evolución e, inmediatamente, dan forma  a aquel pensamiento, acto o deseo. La civilización y la cultura de un pueblo es una obra humano-dévica, pero aún no somos conscientes de hasta qué punto somos responsables de todo lo creado. Cada pensamiento, cada deseo, cada palabra, obtiene una respuesta dévica. Hombres y devas son los creadores de todo lo existente en la vida del ser humano. Pero es el hombre quien, como fuerza pensante, emite el mántram invocador al que responderán los devas con su consecuente construcción.

Así pues, dependerá de todos y cada uno de nosotros el mundo que se esté creando. Hablamos de Fraternidad y de un Nuevo Orden Mundial, pero si no lo vivimos en nuestro Ser Interno y por lo tanto lo manifestamos en cada una de nuestras acciones, pensamientos y deseos, difícilmente llegará el día en que podamos restablecer la armonía en nuestro mundo. La tarea no es fácil, requiere disciplina y nos conduce directamente al correcto pensamiento, al olvido de nosotros mismos, como antesalas necesarias para un eficaz y verdadero Servicio. Únicamente si amamos más las necesidades de nuestros hermanos que las nuestras podremos ayudar en la construcción de un Nuevo Mundo. Porque de nada nos serviría hablar de los Devas y sus Elementales constructores si no fuera para comprender el papel que ejercemos en esta construcción y cuál es nuestra responsabilidad. Nunca habrá un mundo en paz si en nosotros no hay paz; y nunca la habrá si no dejamos de pensar en lo que queremos para nosotros y empezamos a pensar en... ¿Qué puedo hacer para los demás? Si éste es nuestro sentir más profundo, estaremos ayudando en la construcción de una nueva sociedad que dará lugar a un mundo de fraternidad y de Servicio. Que así sea.